07 abril 2011

Texto de artista

La relación del yo con el entorno siempre me ha preocupado, cómo uno mismo puede sentir distintos estados anímicos en función del círculo que le rodea. El hecho de que las personas sean capaces de fijarse en lo que ocurre a su alrededor y sentirse como componentes de un todo, dejar el individualismo de lado para ser conscientes de que nuestras vidas se desarrollan de forma paralela y similar, abandonar la diferenciación y aprender que siempre estamos condicionados y no somos tan únicos como creemos.

Es por ello que siempre he prestado especial atención a lo que le sucede a las personas que forman parte de mi hábitat, ver cómo esas personas padecen los mismos sentimientos físicos y corpóreos a pesar de que vengan impuestos por otros estímulos exteriores o interiores.

Comencé mi desarrollo fijándome en las cosas que me atemorizaban, como por ejemplo envejecer, y me di cuenta que es un miedo general, perder las facultades que nos hacen sentirnos vivos, imaginar que esas personas que ya son ancianas fueron jóvenes, vivieron sus vidas y sufrieron esos temores que yo padezco ahora; imaginar que somos un conjunto, con las mismas filias y fobias.

Fui evolucionando a través de la observación de mi entorno, y en ese momento fui consciente de que no prestamos suficiente atención a nuestro alrededor, nos consideramos tan importantes que no valoramos el hecho de que nuestro ambiente cotidiano se renueva constantemente, al igual que nosotros. Pero todos formamos parte del mismo saco, a todos nos sucede básicamente lo mismo, nos hemos convertido en una masa social en la que el individualismo prima, por muy antagónico que suene. Somos un todo que se considera un uno.

Mi concepto de obra actualmente es conseguir que nos demos cuenta que sentimos y padecemos igual, que a pesar de ser distintas, las personas tienen algo en común muy importante, son seres humanos, tienen un cuerpo y una mente racional, viven y finalmente mueren. Es este hecho el que debe ser suficiente para entender que ese malestar general que tengo cuando estoy bajo presión es exactamente igual al que tiene cualquier otro en la misma situación.

Jade Rodríguez Arroyo